EL SOL EN BOTELLA..
En septiembre de 1997 realicé mi capacitación como Terapeuta de las Flores de Bach. Por entonces, asistí a las formaciones que el Bach Center daba en Buenos Aires cuya entrenadora en esa ocasión fue Dominique Le Bourgeois y quien, entre todos los aportes prácticos que nos facilitaba, nos relataba anécdotas y enfoques diversos respecto de cada remedio Vibracional.
Lo cierto es que por aquéllos días una profunda desesperanza me abarcaba y la incertidumbre (la falta de certezas) me impedían encontrar el sendero correcto para mis emociones ya que varios hechos de fuertes aprendizajes se sucedieron aquél año entre los meses de abril y septiembre, precisamente.
El grupo en el que me encontraba tenía otros epicentros de emociones encontradas en las figuras de varias profesionales que -causalmente- sentían profunda desarmonía interior y aunque con diferentes orígenes, con disimiles personalidades y objetivos quizá a más corto plazo; lo cierto es que todas estábamos necesitando el abrigo de un sol interno.
Dominique nos habló de las Flores para la desesperanza, la incertidumbre, las faltas de certeza y entre ellas citó a Gorse indicando, más allá de su alcance general, que en el Centro Bach se la suele llamar "El sol en botella" y no dudamos en agregarla a nuestras fórmulas de aquel día.
Hay soles en el cielo, soles en los cuadros, en las fotos, en los recuerdos; soles como metáforas de esperanza; soles que iluminan, que alimentan, que irradian; soles que con sólo nombrarlos sanan, reverdecen, sintonizan, purifican y por sobre todo: abrazan.
Porque cada día necesitamos un poco de sol en nuestras vidas es que aprovecho este día en el que resplandece su luz en un cielo azulado, para imaginar que infinitas partículas de sí se desprenden generosamente para sembrar en cada uno de nosotros la certeza que disuelve la incertidumbre: somos todos botellas de sol.
Graciela González
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