PIEDRAS EN LA MALETA
Si preparas un viaje tendrás que pensar en un mapa, un tour, pasajes o al menos un destino probable.
Quizá quieras ir de a pié, pero aún así armarás un pequeño bolso con algo de ropa; te proveerás de algunos libros, o una agenda, un diario o sencillamente papel y lápiz por si acaso te ves urgido de anotar una dirección.
Una cámara de fotos, una caña de pescar, un telescopio, velas e incienso... ¡Quién sabe qué se te ocurra de utilidad!
Lo cierto, es que más allá de lo que sea que elijas, siempre serán piedras en la maleta.
Porque los viajes no lo hacen las cosas encerradas en el equipaje sino el único capaz de unir las coordenadas geográficas mucho más allá de las fronteras de cualquier paisaje: ¡El viajero!
Y es tan andante un canto rodado como tú.
Porque nadie sabe de qué modo van y vienen, entran y salen de las capas de la tierra, ascienden montañas, descansan en los lechos de los ríos, se sumergen en la arena y se aquietan por un tiempo en una maceta de jardín.
Conviértete por un momento en una pequeña piedra gracias al poder de tu imaginación y ahora elige coordenadas: en el cielo, en templos remotos, en el fondo del océano, en sierras y selvas; en hielos polares, por encima de cascadas y en lo profundo de la tierra. Rodarás... Viajarás... Llegarás...
Aunque no puedas moverte de allí, pese a que sientas que tu mundo se ha hecho pequeño; aún cuando otros lleguen siempre primero... Alcanzarás tu lugar que será uno y mil a la vez.
Para cuando el sol muera en el horizonte, habrás dado la vuelta a tu mapa, viajero espiritual, sin que pese cosa alguna sobre tí; porque nada volverá a ser una piedra en tu maleta.
Graciela Khristael.
Si preparas un viaje tendrás que pensar en un mapa, un tour, pasajes o al menos un destino probable.
Quizá quieras ir de a pié, pero aún así armarás un pequeño bolso con algo de ropa; te proveerás de algunos libros, o una agenda, un diario o sencillamente papel y lápiz por si acaso te ves urgido de anotar una dirección.
Una cámara de fotos, una caña de pescar, un telescopio, velas e incienso... ¡Quién sabe qué se te ocurra de utilidad!
Lo cierto, es que más allá de lo que sea que elijas, siempre serán piedras en la maleta.
Porque los viajes no lo hacen las cosas encerradas en el equipaje sino el único capaz de unir las coordenadas geográficas mucho más allá de las fronteras de cualquier paisaje: ¡El viajero!
Y es tan andante un canto rodado como tú.
Porque nadie sabe de qué modo van y vienen, entran y salen de las capas de la tierra, ascienden montañas, descansan en los lechos de los ríos, se sumergen en la arena y se aquietan por un tiempo en una maceta de jardín.
Conviértete por un momento en una pequeña piedra gracias al poder de tu imaginación y ahora elige coordenadas: en el cielo, en templos remotos, en el fondo del océano, en sierras y selvas; en hielos polares, por encima de cascadas y en lo profundo de la tierra. Rodarás... Viajarás... Llegarás...
Aunque no puedas moverte de allí, pese a que sientas que tu mundo se ha hecho pequeño; aún cuando otros lleguen siempre primero... Alcanzarás tu lugar que será uno y mil a la vez.
Para cuando el sol muera en el horizonte, habrás dado la vuelta a tu mapa, viajero espiritual, sin que pese cosa alguna sobre tí; porque nada volverá a ser una piedra en tu maleta.
Graciela Khristael.
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