PERFECTOS DESCONOCIDOS
Todos ellos supieron que se trataba de un nuevo día cuando-aquella mañana- se levantaron de sus camas para ir a desayunar. Con tantos años de compartir experiencias de vida, cada uno podía aventurarse a describir las reacciones o comentarios de los otros; casi con la precisión de una copia perfecta.
Un largo y extenuante viaje les aguardaba camino a las altas montañas del oeste para intentar ir al encuentro de un anciano chamán, quien – a fuerza de insistirle - había aceptado albergarlos durante aquel fin de semana.
Los cinco amigos fueron recibidos cálidamente en la sencilla vivienda que tenía por anfitrión a un hombre alto, erguido y ágil en sus movimientos; muy a pesar de lo que podía suponerse en relación con los años que tenía de vida.
Su hospitalidad quedaba a cada instante de manifiesto:
-Acomódense donde gusten, para dormir esta noche.
El más ansioso del grupo quería saber:
-¿A qué hora haremos la celebración del despertar de la Tierra?
Aunque los otros no preguntaron, se quedaron sin embargo atentos a la respuesta, que fue mucho más simple de lo esperado:
-Lo sabrás por ti mismo.
Como si no hubiese sido suficiente, el mismo que consultó agregó:
-¿Y los objetos que debemos llevar?
El hombre contestó al tiempo que se retiraba del cuarto y cerraba la puerta con la paciencia de una ceremonia:
-No existen objetos fuera de ti.
Instantes más, minutos menos… Los cinco individuos se acostaron y durmieron varias horas hasta que fueron despertados por su guía con la expresión:
-Ya estamos listos.
Cada uno tomó la mochila de viaje que había acomodado junto a sus pies; notando –casi todos a la vez- que no era la propia. Así es que uno y otro esperaron que el mentado sabio les explicara.
Con parsimonia acompañada de una actitud sencilla pero de certeza absoluta, aquél maestro de la montaña les preguntó:
-¿Cómo saben que no son sus cosas sino las de uno de sus amigos?
En cuanto quisieron responder, el hombre hizo un gesto con su mano indicando que se detuvieran allí.
-Sé que todos tienen memoria de los datos que los identifica y este es un modo de comprobarlo. Ahora podemos sentarnos en círculo allá afuera, entre los árboles, porque tendrán todo este día para que me cuenten lo ocurrido durante las horas que durmieron.
Los viajeros se miraron entre sí dialogando sin hablarse de manera explícita, porque aún así coincidían en que se trataba de una tontería. Sin embargo aceptaron la propuesta.
Excepto fragmentos muy breves de algo que habían soñado dos de ellos, el resto de la conversación se resumió como el relato de personas con amnesia.
El chamán les explicó entonces:
-Una fracción de sus días creen ser conscientes de quiénes son y parecen identificarse; pero –mientras duermen- son incapaces de reconocerse o saber que están soñando. Si una parte de ustedes está perdida por varias horas, tienen una tarea primordial que es activar el propio templo interior para volver a conectarse. La Tierra está activa y no necesita de los objetos de los hombres. La Tierra está despierta y sabe quién es. Los dormidos son los hombres, que aún siguen creyendo que despiertan cada mañana; sin darse cuenta que a los ojos de sí mismos, son perfectos desconocidos. Graciela Khristael/ khristael@gmail.com 21-22 de febrero de 2013.
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