martes, 12 de marzo de 2013


NO TE NECESITA

En aquella extraña Academia, una de las disciplinas tenía por nombre “Movedor de la Nada”.
Los aspirantes ingresaban para alcanzar una meta: disolver la práctica del auto-engaño; por lo que aceptaban todas las consignas de aquella asignatura que no tenía fecha de finalización y jamás conducía a la obtención de un diploma.
Cada día, al iniciar o finalizar los encuentros de aprendizaje, una Maestra los guiaba en los ejercicios proponiendo por ejemplo: -Hoy moveremos la arena; por lo que acto seguido, aprovechando la cercanía de una playa, todo el grupo de aprendices debía mover con las manos, con los pies, con alguna rama o algún otro elemento sencillo, ese suelo que los tenía presentes.
-La Maestra preguntaba luego de una media hora: -¿Por qué lo hacen?
Casi como un coro, el grupo iba respondiendo: -Porque tenemos que aprobar esta disciplina.
Otro día, internados en el mar sobre pequeñas balsas, no muy lejos de la orilla; la invitación conducía a mover el agua del mar.
Luego la misma pregunta y siempre aquella respuesta: Porque tenemos que aprobar…
Las experiencias eran aleatorias porque ningún día era igual al anterior; así movían las hojas incontables en el bosque cuando el otoño sembraba todo de dorado; movían el aire danzando -a veces una hora- sin coreografía alguna; movían las piedras de la costa de un lado al otro del muelle; todo era movido a merced de lo solicitado por aquella Maestra, quien incluía una vez a la semana una pregunta más: -¿Hallaron el mensaje?
Una mañana, un joven discípulo fue en busca de su guía manifestando su hallazgo:
-Lo he comprendido: -“No me necesita”; soy quien necesita de todo y de todos para alcanzar mis objetivos, pero  ni la arena, ni el mar, ni las hojas, ni el aire… ¡Nada! Nada necesita de mi interferencia para ser lo que es; sin embargo cada esencia tiene la humildad de prestarse a mi experiencia. Todo lo hice por mí.
-Lo has entendido. Ahora deberás hacer la misma observación acerca de las personas que van apareciendo en tu vida y verás que la gratitud excederá el espacio que tu corazón tenía reservado para ella.
Después de ese encuentro, el resto de los discípulos se reunió en la playa y una de las jóvenes preguntó por el aprendiz que ya no estaba.
La Maestra le contestó ese día:-No los necesita.
Graciela Khristael  khristael@gmail.com  12-13 de marzo de 2013




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