NO TE
NECESITA
En
aquella extraña Academia, una de las disciplinas tenía por nombre “Movedor de
la Nada”.
Los
aspirantes ingresaban para alcanzar una meta: disolver la práctica del
auto-engaño; por lo que aceptaban todas las consignas de aquella asignatura que
no tenía fecha de finalización y jamás conducía a la obtención de un diploma.
Cada
día, al iniciar o finalizar los encuentros de aprendizaje, una Maestra los
guiaba en los ejercicios proponiendo por ejemplo: -Hoy moveremos la arena; por
lo que acto seguido, aprovechando la cercanía de una playa, todo el grupo de
aprendices debía mover con las manos, con los pies, con alguna rama o algún
otro elemento sencillo, ese suelo que los tenía presentes.
-La
Maestra preguntaba luego de una media hora: -¿Por qué lo hacen?
Casi
como un coro, el grupo iba respondiendo: -Porque tenemos que aprobar esta
disciplina.
Otro
día, internados en el mar sobre pequeñas balsas, no muy lejos de la orilla; la
invitación conducía a mover el agua del mar.
Luego
la misma pregunta y siempre aquella respuesta: Porque tenemos que aprobar…
Las
experiencias eran aleatorias porque ningún día era igual al anterior; así
movían las hojas incontables en el bosque cuando el otoño sembraba todo de
dorado; movían el aire danzando -a veces una hora- sin coreografía alguna;
movían las piedras de la costa de un lado al otro del muelle; todo era movido a
merced de lo solicitado por aquella Maestra, quien incluía una vez a la semana
una pregunta más: -¿Hallaron el mensaje?
Una
mañana, un joven discípulo fue en busca de su guía manifestando su hallazgo:
-Lo
he comprendido: -“No me necesita”; soy quien necesita de todo y de todos para
alcanzar mis objetivos, pero ni la
arena, ni el mar, ni las hojas, ni el aire… ¡Nada! Nada necesita de mi
interferencia para ser lo que es; sin embargo cada esencia tiene la humildad de
prestarse a mi experiencia. Todo lo hice por mí.
-Lo
has entendido. Ahora deberás hacer la misma observación acerca de las personas
que van apareciendo en tu vida y verás que la gratitud excederá el espacio que tu
corazón tenía reservado para ella.
Después
de ese encuentro, el resto de los discípulos se reunió en la playa y una de las
jóvenes preguntó por el aprendiz que ya no estaba.
La
Maestra le contestó ese día:-No los necesita.
Graciela
Khristael khristael@gmail.com 12-13 de marzo de 2013
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