SOL DE NOCHE
Una colina, algunos pinos y una pequeña escuela
enraizada en su ladera.
Primavera de flores silvestres.
Habitantes del lugar y alumnos a la vez, aquella
comunidad de niños ciegos llevaba dos días sin querer jugar los juegos que
siempre compartían con su maestra de
lengua.
No les entusiasmaba actividad alguna pese a todos
los variados intentos puestos en práctica por aquella joven.
Uno de los pequeños estudiantes permanecía en
cuclillas, sentado sobre una pequeña alfombra, sosteniendo su cabeza reclinada sobre
las rodillas con ambos brazos cruzados.
-¿Qué sucede Mateo?, le preguntó la docente.
-Nos hemos quedado sin sol–, respondió una de las
niñas, adelantándose a Mateo.
Desconcertada, Ángela –la maestra en cuestión- solicitó
que le explicasen aquello.
Mateo fue breve: -Se ha muerto el grillo.
Ante el silencio que produjo su respuesta, la niña
que estaba más cerca de ellos agregó: -Una luz encendida durante un día de sol,
es innecesaria; pero en medio de la noche te guiará.
-Comprendo lo que quieres decirme, pero cuéntame
del grillo.
La niña completó su argumento: -Usted puede ver un sol durante el día y una luna cada noche.
Para nosotros, en cambio, la luz no viene de allí sino de cada sonido. Por
ejemplo, de su voz durante el día cuando nos da las clases y del canto del
grillo durante la noche. Nos hemos quedado sin su luz por lo que deberemos
esperar algunos días, quizá.
Ángela comprendió y prometió aguardar ese tiempo, a
la vez que le preguntó a Mateo:
-¿Cómo sabrán distinguir el nuevo sonido de sus
noches?
-Es muy fácil- dijo el niño; -cuando transitas la
oscuridad, la luz que se enciende, por pequeña que sea se percibe como un gran sol
de noche.
Graciela Khristael
oasisdelalmakhristael@gmail.com
26-27 Marzo/2013
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