CUANDO POCO ES MUCHO
Agasajar a la princesa tenía un
propósito, ya que ella elegiría a su futuro consorte entre aquellos caballeros
que se le acercaban con diferentes presentes.
De todos los que habían llegado hasta
el lugar, ella seleccionó a tres posibles jóvenes, por su pulcritud en la
vestimenta y porque sus regalos no parecían ostentosos, ya que podían
sostenerlos entre sus manos.
Llamó a los tres rogándoles que
contaran de sus obsequios. Así por orden de izquierda a derecha expresaron:
-He aquí un delicioso dulce de
naranjas con frutos que he cosechado; lo he preparado durante largo tiempo de
lenta cocción siguiendo una antigua receta. Con él podrá endulzar sus mañanas
este invierno.
-Mi obsequio es una exquisita
fragancia preparada con las flores de los azahares del naranjo, recogidas una a
una y maceradas con devoción. Con ella tendrá un aroma delicioso para perfumar
su cuerpo por todo el año.
-Lo mío, dijo el último de lo
jóvenes, es poco pero será mucho si acaso el Amor de ambos pudiese acompañarlo
por años.
-¿De qué se trata?, le preguntó
intrigada la princesa.
El caballero abrió su mano y exhibió
una semilla.
-Es una semilla de naranjo. Pequeña
por ahora, pero un árbol al fin. Dará naranjas y flores por siempre, para
hacer un dulce cada año y abrazarla con su perfume también.
Así, el sentido común le puso el
broche de oro a esta historia ya que la muchacha estuvo dispuesta a vivir un
amor que creciera a la par del naranjo.
La pregunta para ti, que lees este
escrito es:
-¿Cuántas veces has reparado en las
diminutas cosas que hacen en tu vida las grandes transformaciones?
Graciela G. Khristael fuenteperfecta@gmail.com 30 de abril de 2013
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