FICCIÓN
La
tibieza que el sol proporciona a cierta hora del mediodía en tiempos de otoño,
es poco comparable a sensación alguna, aunque es cierto que promueve memorias
dejando muy en claro que lo tibio no quema ni congela.
Todos
los Instructores (hombres y mujeres) se han reunido hoy, por lo propicio del
clima, en magno encuentro al aire libre. Traen consigo la información que les
fuera solicitada, en el interior de una carpeta.
La
pre-selección dejó fuera de este evento a 72.000 aspirantes a “guías
espirituales”, porque no sólo se sentían incapaces de avalar su trabajo sino
que apenas lo podían creer ellos mismos.
Los
restantes, aún con muchas falencias, fueron convocados por la “Voz del Cristal”.
El
anfiteatro natural, con sus paredes escalonadas de tierra y piedra, ofrece a
los testigos de una era, el espacio necesario para que puedan permanecer el
tiempo necesario en la prevista reunión.
Al
toque de un sonido parecido al canto de las cigarras, todos han abierto sus
carpetas, con el fin de hallar en esos registros que portan, la causa-aun
aparente- por la cual todos los viajeros del planeta fueron esparcidos en aquel
cinturón de pequeñas burbujas navieras, que suelen recorrer el espacio.
El
Cristal se halla en el centro del estadio con reminiscencias griegas. Se trata
de una suerte de gran esfera lumínica que destella su propia luz blanca,
matizada con los colores del arco iris, aunque los tonos azul intenso y dorado,
sorprenden de vez en vez.
Uno
de los instructores explica: -Los que tengo en mi carpeta registran el
aprendizaje de muy buenas teorías pero pánico a la hora de cambiar de planeta.
El
Cristal proyecta entonces unos dibujos, mediante holografías sobre sí. Esa es
su Voz.
La
imagen describe a una persona durmiendo en su cama y a un costado un reloj de
arena roto cuyo contenido se halla desparramado.
El
instructor comprendió: No había logrado despertarlos y los dormidos perdieron
su tiempo.
La
mayoría de los restantes instructores (hombres y mujeres) tienen la misma
información en sus carpetas, por lo que han sido subidos a un
transbordador y llevados a una estación
intermedia para su nueva experiencia similar a una renovación de vida; en la
que primero deberán dilucidar por qué sintieron el deseo de ser como dioses,
guiando a seres que al final perdieron.
En
el anfiteatro aún quedan tres instructores (un hombre y dos mujeres).
El
primero describe: -En mi carpeta tengo todas las coordenadas donde se
encuentran mis compañeros de viaje, porque nuestra intención fue siempre encontrar
el camino.
El
cristal proyecta sobre sí una ronda personas sostenidas de las manos.
El
instructor ahora sabe que se encontrará con ellos.
Seguidamente,
las otras dos evaluadas explican lo mismo y reciben idéntica imagen.
El
Cristal asciende hasta hacerse un sol en el cielo en tanto descienden tres
esferas, en las que elevaron a cada uno de los instructores para ser conducidos
al nuevo planeta en donde son esperados, en aquellas coordenadas que habían
registrado alguna vez.
Antes
de salir, dejaron en el centro del lugar (donde había estado La Voz del
Cristal) una piedra sostenida por dos troncos en cruz, sobre la que grabaron
una frase: “Te mientes cuando enseñas, si aún no te conoces
a ti mismo.”
Graciela
Khristael oasisdelalmakhristael@gmail.com 15-16 de abril de 2013
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