No siempre son los reyes los que se llevan la corona. También lo hacen los aciertos cuando una meta alcanzada se ve coronada por el éxito.
Pero a veces, a pocos pasos de la decisión puede sentirse el tironeo de la duda que quiere el cetro esta vez. Y ella... No necesita de varita mágica ni de bastón de poder. Vestida con su traje de acción, fabricado en el telar de los miedos; avanza como la reina incertidumbre en busca de su preciada dote: - nuestro poder interior.
Hubo una vez, a la salida de un taller de técnicas alternativas; una mujer que había detectado en mis palabras un fuerte deseo por perseverar en mi camino pese a las enormes adversidades económicas. De inmediato, me aportó muchos argumentos capaces de demostrar su hipótesis: -eso no da plata, busca cosas más seguras. Las culpas rascaban con sus uñas mi cabeza y todo comenzó a cuestionarse en mi interior.
Cuando el encuentro finalizó, salimos juntas a la calle y ella cortó una ramita con flores pequeñas del árbol de tilo, diciéndome: - Alcanza para un buen té. Hay que tranquilizarse y poner los pies sobre la tierra.
Y ese día, como otros tantos en mi vida, sin ceremonia alguna la duda se había coronado.
Al llegar a casa encontré sobre la mesa una pequeña cinta amarilla, como si hubiese estado esperando las flores.
Las até.
Las flores son con el árbol, como mi esencia es conmigo: inseparables.
Detrás de la puerta se quedó la duda, sin capa y sin corona.
Al menos por un día, escuché a la Divinidad que hay en mí.
También es tu tarea hoy. ¡Hazlo!
Graciela Khristael. 28-29 de enero de 2013. fuenteperfecta@gmail.com re-publicada el 25 de mayo de 2013
Gracias, lo compartí en Facebook
ResponderEliminarUn gran abrazo Gabriéllé! Mi gratitud por compartir este trabajo.
ResponderEliminarGraciela G. Khristael