VIAJE HACIA EL SOL
Aquella tarde, los cuatro se habían reunido para
resolver una antigua cuestión.
Debían decidir, porque ya era tiempo, acerca de quiénes
seguirían en ese lugar de hierba delgada, árboles frondosos, flores por nacer y
decenas de pájaros sobre sus cabezas.
Dos se quedarían allí y dos tendrían que aceptar la
aventura de hacer su viaje al sol.
Los cuatro se reconocían en medio del recuerdo de
infortunados pasados y sin embargo, el dolor comenzaba a ceder.
Una brisa inventada por quién sabe qué duendes del
jardín, movió las ramas más bajas de unas plantas y levantó ligeramente sólo unas pocas
hojas secas que los rodeaban.
El resto permanecía quieto.
Algunas palomas volaban en viajes cruzados por
encima de sus cabezas, las calandrias vigilaban el proceso, dos aguiluchos
giraban cada tanto también en ese cielo que se preparaba para grandes cambios.
¿Cómo saber quién estaba vivo en la tierra y quién
creyendo estarlo erraba su camino a la Luz?
Lo complejo se hace sencillo al reconocer que se
está en el propio camino pudiendo, desde ese lugar, revelar al otro el sendero que
habrá de guiarlo.
Ocurrió todo de tal modo entonces, que el sonido de
un ave ¡tan distinto al resto!, comenzó a entonar la llamada de las almas que
serían llevadas al Sol, quien en pocos minutos exhibió el esplendor de sus
matices que sólo aquellas verían con más nitidez.
Durante muchos años, los cuatro habían coincidido
en aquella coordenada geográfica por no saber unos cómo continuar su camino ni
los otros como ayudarlos a tal fin.
Pero cuando el tiempo se hace eterno presente en la
conciencia de los seres, las almas que no encuentran su paz reciben el socorro
de los que aún participan de la experiencia de la vida, bastando una oración,
un diálogo sentido, una toma de conciencia de que en todas partes hay almas que
se sienten perdidas y necesitan un mapa que los guíe en su viaje a la Luz.
Y aquella tarde, al fin, dos almas subieron a las
alas de las aves que se alejaron en silencio en dirección al Sol.
Graciela G. Khristael fuenteperfecta@gmail.com 14 de mayo de 2013
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