SENSACIONES
-¡Ay osada tristeza!
¿A qué has venido?
Pregunta de
cualquier persona, en un día de su vida.
- ¿A qué otra cosa
que no sea examinar cuánto has aprendido?
Respuesta de la
emoción que llega sin aparente sentido.
-Sólo te recuerdo
cada vez que algo perdí más también cuando mis dudas no cesaban en mi mente-; reflexión
de esa persona cualquiera.
-¿Qué cosa
extraviaste entonces y por qué tu razón no respondía a tus dudas?
La emoción arribada
que va cobrando sentido.
-¡Imposible enumerar
tantas cosas! ¿Cómo hubiese podido ayudar mi razón?
Ese alguien
insistiendo.
-Tanta fragilidad me
conmueve. Si acaso sospechara de la inocencia de tu tristeza de hoy, no
dialogaría contigo. Creo que eres una persona sincera.
Dejó la emoción como
balance.
-No me ayudas, me
confundes y me enojas-, casi a punto de cortar el diálogo con la tristeza.
-Por eso dije que
eras una persona sincera; sé que te acabas de enojar conmigo y ese es el mejor
indicio de que estás usando la razón. Si la tristeza que simbolizo en este día,
tantas veces estuvo asociada a tus pérdidas
así como a tus dudas sin fin; ya deberías saber que sólo vengo para enseñarte pero jamás,
para quedarme contigo.
Un breve silencio.
-¡Pero eres la misma
emoción cada vez!- replicando la persona.
-Es que no he de
cambiar yo sino tú. Siempre seré la tristeza.
Vendré vulnerando tu percepción, tu razón y todas tus capacidades de ser
la grandiosidad que eres- arrojó la emoción sin deseos de ser sutil.
-¿Es que pretendes
que no sienta?, ¿Imaginas la desidia en mí?
-¡Soy la tristeza!
¡No tengo pretensiones! ¡Ya tengo un poder sobre ti!
Otro silencio, un
poco más prolongado.
-Ya recuerdo por qué
viniste hoy. Es cierto, no he aprendido. Acumulo los recuerdos dolorosos hasta
que un mínimo instante de duda o preocupación les abre las puertas a todos a la
vez. No los he superado; no los he
comprendido; no he sabido qué hacer con
ellos hasta hoy. Ya no quiero quedarme contigo-, dijo alguien que ya no era
cualquiera.
-¡Ay humano, qué
ventura! ¡Ya sabes a qué he venido!- Se alegró en su propia paradoja la
tristeza.
-A recordarme que el
dolor no va al archivo del olvido sino a la esencia de la sabiduría. Que la
tristeza no es el ancla de mi nave sino el impulso para navegar.
Graciela
Khristael oasisdelalmakhristael@gmail.com re-editado el 21 de julio 2013
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