¡SE
MUDA LA MARIPOSA!
Ni
los vientos que arremolinaban todo a su paso, ni los fríos hielos del sur, ni
el tórrido calor del desierto, ni la humedad de la selva; nada hacía cambiar la
decisión de todos los maestros reunidos en la plaza central de aquella ignota
isla oceánica.
Tomó
la palabra un lobo marino:
-Demasiada
incertidumbre en nuestros corazones ha sido la causa de esta reunión. Lo mejor
será mudar agua de mi recinto principal a vuestros hogares. Ello les dará
frescura.
El
tucán, bastante incómodo, replicó:
-Deberían
llevar cofres de nuestros colores a cada rincón del planeta. El arco iris será
quien les devuelva la paz.
Casi
a la vez, el orgullo herido de un ibis no tardó en exponer:
-El
olvido de quiénes somos y hacia dónde vamos tiene en cada grano de arena el
archivo de todas las memorias. Creo que lo mejor será esparcir partículas de mi
desierto a todas partes.
Un
topo se sacudió la tierra que aún tenía en el hocico moviendo la cabeza en
gesto de negación:
-No
estoy de acuerdo. He aprendido que los mayores secretos los tienen las piedras.
Propongo que cada uno lleve una pequeña roca de mi cueva y la deposite en su
hogar.
¡Eran
diálogos interminables!
Llevaban
meses intentando hallar la solución más apropiada para recuperar la paz que
decían haber perdido. Se veía poco probable un acuerdo.
Fue
entonces que, luego de varias vueltas en el cielo, el águila bajó hasta ellos y
les informó:
-Hace
tiempo que paso por aquí y observo la misma escena. Sin embargo, noté que
ninguno se dio cuenta de la presencia de aquel capullo en las hojas de la mora,
tan ocupados –como están- en las grandes soluciones.
Todos
miraron de inmediato hacia el árbol.
Una
hermosa mariposa asomó ante la sorpresa de todos y apenas unos segundos antes
de echar a volar les confesó:
-No
se trata de cambiar las cosas de lugar, porque todo está en todos; sino de
aceptar la propia transformación.
Graciela
Khristael oasisdelalmakhristael@gmail.com re-editado el 27/7/2013
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