NOTAS DE OASIS DEL ALMA/FUENTE PERFECTA
HOY:
HÉROES DE BUTACAS
A diferencia de una sala de espectáculos, tu mundo
interior no requiere de primeras filas para poder ver bien una escena porque
–en concreto- él es toda la función en su conjunto: -el protagonista, el
libreto, el director y el escenario. Nada queda librado al azar, resultando
que el único héroe posible siempre serás
tú, porque todo conflicto a resolver así como cualquier solución posible, te
pertenecen.
La confusión comienza cuando pones la atención en
lo que ocurre más allá de ti y llegas a mimetizarte tanto con esas situaciones,
que de repente te conviertes en un guerrero de la nada con traje de absurdo
discutidor y revestido de una falsa moral que brota de los más recónditos
lugares de la comodidad o de la hipocresía.
Esta legión de humanos con heroicas aspiraciones
pero banales acciones, resume a un conjunto de espíritus desorientados o
simplemente perdidos de sí; representados a veces por los espectadores de cine,
otras por los seguidores de sus equipos deportivos, en ocasiones por los fans de un grupo musical,
aunque la lista podría resumirse como los espectadores de un moderno Circo
Romano devenido “Evento Siglo XXI”.
Porque hay quien vitorea desde un asiento la suerte
o desgracia de un jugador; quizá llore desde su platea por una escena en la que
un actor representa a un hombre que arriesga su vida por unos niños; es
probable que de brincos sobre una silla a la vez que entone el coro de una
canción de protesta política; quizá protagonice en un diálogo de amigos al eterno
“deseador del ben” y hasta podría estar sentado en una reunión de devotos
religiosos así como de terapeutas holísticos, con el afán de que el Amor iguale
a todos los seres del Planeta y aún más allá.
Hasta allí, las descripciones dejan henchido el
corazón de cualquier mortal aspirante a trascender sus miserias cotidianas; sin
embargo el reto es una vez que se abandona la butaca y comienza la acción.
Terminado el evento en el que el alma pareciera
vibrar como una lira afinada, la mayoría de los eufóricos participantes en
cualquiera de las opciones cotidianas termina enfrentándose con su propia verdad
que no es otra que darse cuenta de que ha mentido.
Basta con hurgar en nuestros propios corazones, a
solas si es necesario para no temer al hecho de ser honestos; para aceptar que
esto es así.
Algunos dirán: -¡No es cierto!
Y si acaso eso ocurriese les diría: -¡Perfecto! No
estás incluido entre estos héroes, lo cual habla muy bien de tu presencia en la
Tierra. Porque, le agregaría, no existe juicio alguno mayor o más importante
que el de tu propia conciencia.
Entre los héroes de butacas, a quienes va referida
esta nota, están los que terminan de ver una película acerca de la
discriminación de personas y al salir del cine se molestan por un discapacitado
que demora su salida de la sala.
Entre los héroes de butacas, están los que a la
salida de un evento político acuerdan reunirse para beber unas copas y
celebrar, sin siquiera dejar una palabra de aliento a un mendigo que ha perdido
su trabajo y su casa.
Entre los héroes de butacas están los que profesan
religiones y hablan mal de sus vecinos o engañan a sus parejas.
Entre los héroes de butacas están las legiones de
participantes a corrientes espirituales que sólo impulsan sus enseñanzas si la
materia paga por ello.
Entre los héroes de butacas están los que viven alegando
a sus pares en desgracia: -¡Deseo que te vaya bien!, sin demorar su
expresión de profundo desagrado (a veces
se traduce como envidia), cuando comprueban que realmente ha sucedido.
Entre los héroes de butacas están los “interpretadores”
de los hallazgos (creaciones, inventos, teorías y cuanto pueda un humano imaginar),
que aplauden al creador y no demoran más que unas pocas horas en pergeñar su
imitación.
Entre los héroes de butacas están los que asisten a
escuchar la palabra de un ser al que admiran por su sabiduría y el “Namasté” de
ese día se convierte al siguiente, cuando alguien acude a pedirle ayuda, con la
negativa típica del “hoy no puedo, tengo mi agenda cubierta o simplemente… ¡Lo
siento, no puedo atenderte justo hoy… no hay más té!
Y todo esto dicho conduce al principio del escrito,
ya que en lugar de estar tantas horas por día intentando sanar el pasado, qué
bueno sería hacer las cosas bien a partir de hoy.
Mañana (que aún no llega) será este día en el
eterno presente –como siempre- y hoy será el pasado que deberemos sanar si
hemos interpretado el papel de ser un héroe de butaca en lugar de constituirnos
en el ganador de la batalla primordial: vencerse a sí mismo.
Con Amor,
Graciela Khristael fuenteperfecta@gmail.com 1/10/2013
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