¡Amores!
Cuando observamos o escuchamos a nuestro alrededor, cualquiera sea el filtro de la percepción que utilicemos, nos damos cuenta de que todo cuanto acontece nos tiene de participantes porque de otro modo, no podríamos realizar esa tarea.
Luego, si por un momento nos pudiésemos imaginar como árboles, sabríamos que todo ello es fruto de nosotros mismos porque jamás podríamos producir algo que no esté en nuestra esencia. Lo que sucede alrededor es el fruto que cae cerca de la planta, por lo que -indefectiblemente-es nuestra creación.
De allí entonces, resulta sencillo deducir que que todo dolor, toda violencia, toda sensación de pérdida o abandono, así como cualquiera de las vivencias bellas o no que estemos transitando; nacen de nuestra propia especie.
Cuanto más conscientes seamos de nuestra responsabilidad individual como creadores de la realidad global que nos abarca, más pronto comenzaremos a sembrar las verdaderas semillas del Amor que habrá de dar cada fruto renovado de nuestra frondosa mente; que sólo con pensar en Paz se convertirá en un mágico vehículo de pacificación espiritual.
Con Amor,
Graciela Khristael fuenteperfecta@gmail.com 19/02/2014
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