Cada ser tiene su propio talento, su capacidad de darse cuenta y de transformar aquello que no le es propicio para su su desarrollo como habitante de este sector del Universo.
Sin embargo, es sabio reconocer, que en la multiplicidad de coordenadas que se establecen en toda la tierra como puntos de asiento y experiencia; se producen -a cada instante- impensado número de hallazgos individuales que al ser compartidos, enriquecen y facilitan el camino de otros tantos.
Se trata de los pequeños aciertos personales, de los maravillosos descubrimientos, de los resultados de las interacciones, de las emociones positivas por trascender una dificultad; se trata -en definitiva- del recupero de la auto-estima revestida del mejor traje que puede lucir, confeccionado de una materia prima afín a todos los humanos: el Arte.
Apelar a la propia creatividad dando riendas sueltas a todas sus potencialidades, hace de cada persona una existencia coherente con la natural expansión del Universo hasta convertirse en aquello que comúnmente se conoce como un ser con infinitas posibilidades.
El Arte es una cualidad innata de todos los individuos ya que no hablaríamos de Cultura Humana si no tuviésemos en cuenta este gran detalle tantas veces pasado por alto.
Si cada quien hurga en sus propias memorias, encontrará que desde niño ha sido siempre un ser creativo- El estatus que se le ha dado a cada creación individual, comenzando por un tejido sencillo hasta llegar (sólo a modo de ejemplo) a las más complejas y sofisticadas construcciones; nada tiene que ver con la verdad creativa sino con las diferenciaciones que los propios humanos nos encargamos de catalogar.
Cuando se debe resolver una situación de manera rápida sin que se cuente con todos los medios necesarios, la herramienta que puede dar mejores soluciones no se encuentra en una caja, no está en una biblioteca, no la poseen los sabios de la antigüedad ni los viajeros del futuro; está en el hemisferio creativo de cada ser. Se activa con la confianza en uno mismo y con la práctica cotidiana de recuperar el desarrollo de lo que algunos llaman sexto sentido, pudiéndose traducir de un modo simple como la intuitiva conciencia capaz de seguir la propia inspiración.
Con Amor,
Graciela Khristael 9/2/2014
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