¡Amores!
“Pensé en un mundo
sin memoria, sin tiempo; consideré la posibilidad de un lenguaje que ignorara
los sustantivos, un lenguaje de verbos impersonales y de indeclinables
epítetos. Así fueron muriendo los días y con los días los años, pero algo
parecido a la felicidad ocurrió una mañana. Llovió, con lentitud poderosa.” Jorge Luis Borges
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Ley del
Tiempo-Conexión con el Origen
Bauen Suite
Hotel 20-04-2014
Domingo de Pascuas
-¿De qué se trata la
vida sino de una experiencia cuyo requisito es hacerla viviendo?
-¿De qué se trata el
despertar sino de una salida del sueño?
-¿De qué se trata la
bondad sino de una práctica que se realiza sin personalidad?
-¿De qué se trata el
antiguo asunto de amar al prójimo sino de la única posibilidad de ser lo más
próximo a ti mismo?
Y allí vamos por la
vida sin encontrarle sentido cuando las cosas no salen como se esperan;
despertando a medias de las ilusiones que aceptamos como necesarias; fingiendo
bondad en tanto se muestran las manos que la otorgan y eludiendo la
responsabilidad de Amar sin esperar cosa alguna a cambio.
Entonces el Tiempo
se hace presente sin discriminar entre unos y otros porque su Ley lo es todo…
Resulta al cabo que
componemos historias completas en nuestra mente a partir de los datos que
instante a instante sumamos sin cesar; desconociendo la velocidad con que ello
se realiza, hasta que terminamos convencidos de que nuestra película es real.
Damos crédito a las
emociones que generamos a partir de nuestro aparato neurológico que –a estas
alturas de la ciencia- sabemos que no sólo se compone de un sistema nervioso
centrado en el cerebro, sino que cada órgano tiene en sus células sus propios registros
emocionales de cada sujeto.
Así vamos
confundiendo sensaciones y percepciones; enfermedad con castigo; personas con
enemigos y los apegos como indicios de eternidad. ¿Quién podría elevar sus pies
del suelo si ata a su cuerpo todo aquello que jamás se dará a volar?
Utilizamos un
sinnúmero de palabras sin sentido para justificar una sabiduría que no poseemos
y así vamos por el mundo confundiendo al Universo con un testaferro que se hará
cargo de nuestras decisiones, a las bendiciones como una excusa de una santidad
que no alcanzamos, a los conocimientos como un instrumento de poder y al Tiempo
como el mejor pretexto de que todo lo sana.
Somos deseadores de
buenas cosas para los otros porque ello no resta dinero, ni fama ni caricias al
ego, siempre y cuando – ¡desde luego!- no se convierta en realidad; porque
entonces entran en juego los miedos de perder dinero, prestigio o
reconocimiento personal. En definitiva, somos muy poco sinceros a consecuencia
de un pánico indescifrable que tiene muchas máscaras, se viste de diversos trajes
pero tiene una esencia que se llama: Tiempo.
Sin él no existe
tarea en la Tierra por hacer.
Por eso, batallamos
con nuestro ser interno, con nuestro propio Yo, con nuestra cotidianeidad sin
poder comprender a ciencia cierta qué nos está ocurriendo y es sencillo: Buscamos
la felicidad pese a que siempre han sido sólo promesas y corremos desesperados,
viviendo contra-reloj nuestro mundo de posibilidades.
Tenemos dos opciones,
resultando la más corriente colapsar emocional y físicamente; pero existe la
segunda que es la más difícil, lenta pero efectiva, en torno de la toma de
consciencia que el Ser hace acerca del Ser. En definitiva, ir al encuentro de
todas las partes de uno mismo.
Si hablamos de
partes quiere decir que estamos hechos de algo más que un cuerpo físico y de
ello, en estos finales de tiempos como los conocemos, todos ya estamos
convencidos. Podemos buscar los fundamentos en la metafísica, en las religiones
más variadas, en la biología, en la ciencia médica y en la ciencia física; en
la filosofía más clásica y en los restos arqueológicos diseminados por todo el
planeta: somos cuerpo y energía; pudiendo resumirse en energía con forma
material.
Es esa otra parte
nuestra que nos sopla al oído, que nos inspira, que nos guía, nos acompaña y
nos señala el camino cuando la conexión es total. Es quien puede viajar en el
tiempo trayendo las respuestas a nuestras preguntas. Es quien también nos
guiará al cruzar el umbral de la muerte física. Es quien habrá de elegir las
mejores experiencias que debamos atravesar, a fin de alcanzar el propósito para
el que hemos venido.
Tal fue la razón que
nos condujo a todos los asistentes de este encuentro en un Domingo de Pascuas a
esa coordenada de tiempo y espacio.
Entonces sucedió la
magia y las antiguas memorias comenzaron a moverse en cada uno y aquello que
necesitaba ser sanado alcanzó su apogeo luego del intervalo que realizáramos en
mitad de la Conferencia. Los abrazos de
cierre y la distribución de semillas del Árbol que alguna vez me mostrara el
camino pusieron el sello que en palabras de Jesús habrían sido: “Está hecho”.
Con amorosa gratitud
para quienes estuvieron presentes, deseo sinceramente que muchos otros tengan
esta oportunidad muy pronto.
Graciela Khristael
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