sábado, 5 de abril de 2014

Sincronizando

¡Amores!
Sincronizando...
Los hechos aislados no guardan significación alguna porque sencillamente no existen. Todo acontecimiento está unido a otro.
Si algo ocurriese en completa separación con todo lo demás, seguramente podría estar haciendo referencia a una experiencia ajena a este universo, el que por resonancia fractal nos tiene formando parte de él.
Nos hemos acostumbrado a recrear la idea de la desconexión y sólo concebimos la unidad con la totalidad, cuando por alguna circunstancia dramática (creada por el propio humano, ya que siempre es producto de lo pensado por unos pocos, por muchos o por todos), surgen las reuniones auto-convocadas, las meditaciones masivas, los ruegos en cadena y las aperturas de portales galácticos con llaves otorgadas por misteriosos cerrajeros..
Mi pregunta surge entonces: -¿Se debe esperar el caos para lograr la atención de nuestros centros vitales?
Al parecer, la crisis de cualquier naturaleza, nos mueve a correr el enfoque que siempre está puesto en las necesidades de nuestros vórtices energéticos, para orientar sus capacidades transformadoras hacia mejores propósitos que mirar sólo su centro..
-¿Y si se hiciese costumbre sin necesidad de motivos?, ¿Si acaso pudiésemos reconocer que estamos viviendo como hechos aislados, todos los días de nuestras vidas?, ¿Y si volviésemos a ponderar los "condicionales"? Aquello de ...: -¿Qué habría pasado si...? ¿Por qué no?
Tal vez aquí nos resulte útil ese modo de conjugar las acciones.
Planteo...
Somos energía densificada haciendo lo que podemos con nuestra supervivencia (física y emocional), lo que está a nuestro alcance de entendimiento; aquello que reconocemos como posible pero andando en un solo carril, en una sola vía, en un sólo surco.
Todo nuestro ser hace un viaje en una sola dirección que no incluye a nada ni a nadie que no vaya en el mismo sentido, que no exista en el marco de la percepción individual, que no forme parte de la historia personal y que no conduzca a una mejor calidad de vida (en lo posible eterna, ya que en nuestra concepción cotidiana, los que se mueren son siempre "los otros").
Si pudiésemos concebir el Tiempo como una medida que no sólo rige lo lineal y pudiésemos imaginarlo como una red de rayos energéticos que atraviesa cada partícula de la totalidad; podríamos aproximarnos a una noción de sincronismo. Quizá de ese modo recuperaríamos más luz y descenderíamos niveles de nuestra densidad corpórea; tal vez de ese modo también disminuirían los deseos (causa primordial del sufrimiento de "adherencia").
Recordaríamos por ejemplo la influencia de la luna en algunas fases; la importancia de la energía del sol; la correlación que tenemos con otros planetas; las señales de los seres vivos que nos advierten cambios en el clima; las razones por las que nuestras mascotas se anticipan a nuestros malestares físicos; incluso desarrollaríamos más la intuición en lugar de ocupar la mente con nefastos pensamientos y podríamos irradiar sólo con una idea amorosa hasta un abrazo a la distancia.
Hablar del Tiempo es recordar que vamos a destiempo.
De la vida, de los porqué estamos en el planeta, de la fractalidad universal; de esa maravillosa geometría cuyos patrones distorsionamos tantas veces a consciencia.
Cada uno de nosotros es perfección manifestada; los mismos chakras, la misma energía pero direccionada de manera consciente hacia metas altamente amorosas pueden generar los milagros del cosmos que no tienen derecho de autor ni dogma. Un centro energético que se utiliza para anclar sus rencores, pasaría a emplear su capital energético en perdonar; uno empecinado en la adherencia irradiaría desapego; un vórtice enquistado por falta de expresión emitiría sonidos sanadores y así cada palmo de nuestra tan compleja a la vez que perfecta matriz humana reconocería en sí misma el prodigioso alcance sanador que posee.
¿Y todo ésto que resume?
¡La necesidad de dejar de comportarnos como hechos aislados!
Cada cosa que nos ocurre en la vida tiene un sentido, un origen, una dirección, un alcance y una consecuencia. Hemos soñado al soñador que sueña que un soñador nos está soñando y entonces descubrimos que en un incesante laberinto perdemos el rumbo o quizá nos damos cuenta que ni siquiera teníamos dirección.
El hilo que nos rescata del laberinto es la consecuencia del despertar individual así como la consciencia del sincronismo con Todo, es la sabiduría que nos reúne en escenarios de perfecto equilibrio.
La Tierra no necesita alardes de los egos sino sinceridad individual, austera y silenciosa; a solas con los propios corazones tanto como con los pensamientos; sino sería como visitar a la Madre sólo para un evento social y el resto del año ni recordar que existe.
Tratemos de aprender el camino del Tiempo del Sincronismo basado en un técnica tan básica como primordial: pensar, decir y actuar correctamente.
Con Amor,
Graciela Khristael 5-4-14
http://youtu.be/ThKZ7zYTdyU

No hay comentarios:

Publicar un comentario