miércoles, 21 de mayo de 2014

Cielo y Drama

El Cielo se desgrana y el drama acontece.


¡Amores!

Amanecer no es poco pero aún lo es menos cuando la noche ha sido prodigiosa con sus desvelos.
Aquel gesto diurno a la vez que otoñal del día de ayer, que entre viento, frío y hojas de árboles revoloteando por todos los espacios tangibles y no tanto me convocaron frente a la ventana; desde anoche se convirtió en un despliegue insaciable de gotas de lluvia que no dan tiempo por aquí a que la tierra se ponga en sintonía con el cielo.
Así como las emociones de las personas se desbordan, también lo hacen las cañerías de desagües porque están hechas por nosotros, que siempre somos aspirantes a retener estrellas en los bolsillos y no nos preocupamos por cómo hacer para pasar por el ojo de una cerradura. Sin duda… ¡Nos ganará un camello!
A sabiendas de que la tormenta no deseaba mi intervención, dejé que fluyese con su descarga eléctrica incluida tratando de asimilar el viaje que ambas estábamos haciendo; mientras ella era en sí misma el mensajero, el mensaje y el canal, mi situación humana notó la semejanza con ella de todos en la tierra, a la vez que comprendía la tremenda y absurda necesidad del drama, para todos en general.
Vivo mi propia paradoja siendo una comunicadora que siente la influencia negativa del exceso de informaciones que no dan tiempo a digerirse. Como le ocurre a la lluvia en las cañerías.
Dediqué algunas horas a una renovada búsqueda de personas coherentes, sensatas, sencillas así como claras en los mensajes que tuviesen para darnos a los simples mortales y noté que tan diferentes somos al espíritu de la tormenta.
Primero… ¡Claro! Habría que ponerse de acuerdo con respecto al parámetro con el que cada uno de nosotros compara. Allí entran en juego nuestras creencias, nuestra mirada filosófica, nuestros juicios, los miedos, el ego (personalidad) así como la premura por no morir sin haber encontrado la propia verdad.
El cielo, cual si se tratase de una fruta madura, se desgranaba gota a gota en tanto, palabra a palabra, las personas que aparecían en mi indiscriminada búsqueda no llegaban a pintar siquiera una foto de aquel espacio sideral hecho nubes densas.
Hay seres, cuya propia sabiduría les lleva por los senderos del sentido común y la responsabilidad hacia su género: el humano. ¡Existen! Hombres y mujeres en todas partes del mundo, cuya trascendencia se comprueba no por los contadores de las redes sociales o los visitantes a sus videos. Esos contadores los creamos nosotros, como a las cañerías de desagües, llegándonos a creer que los resultados no son producto de nuestra intervención.
Otros, viajeros perdidos desde hace un tiempo sin medida, intentan convencer acerca de sus rutas repletas de desvíos y cuyos costosos peajes dejan a la mayoría de a pie, haciéndoles creer que siguen varados en su proceso evolutivo. Entre ellos están los que canalizan a seres de todas las galaxias cuyas informaciones incluyen enseñanzas por niveles con costos determinados. Están los que relatan sus dolorosos orígenes para asegurar la atención del ojo que vive del drama. Luego los que dialogan con los Avatares de las diferentes religiones, incluso están los que dicen ser ellos mismos vueltos a encarnar; haciendo lo que aquéllos no desearon, que es crear dependencias.
La lista de los ofertantes de técnicas para todo es interminable y no resulta extraño encontrar que muchas tienen un mismo origen con diferentes seudónimos.
¿Y qué con todo esto que escribo?
Nada más es un repaso por nuestro propio mundo interno que parece externo entre tantos desvaríos ilusorios, pero no lo es.
Por la tarde dialogaba con una amiga de manera virtual ya que la mayoría de todos nosotros somos eso: virtualmente una posibilidad. En ese intercambio de reflexiones  acerca de comenzar a dilucidar aquello que se nos presenta a partir de nuestra propia inteligencia racional, emocional y espiritual; le escribía:
-“De conectar la información se trata en este proceso de vida que llevamos. Es algo así como presentar una mesa con muchos bocadillos diversos. Todos tentadores (la multiplicidad de información que existe hoy en día) pero algunos son muy indigestos, otros son venenosos, muchos son creadores de más ilusiones, la mayoría son distracciones y quizá uno o dos constituyen el hilo conductor de la razón de nuestras vidas. Sólo es posible conectar a partir de la propia intuición; del camino hecho hasta aquí. Podría resumirlo de esta forma: -¿Qué queremos los humanos?, “encontrarle un sentido feliz a nuestras vidas.” -¿Cuál es la expectativa general?, “No morir.” -¿A qué se le teme más? “A sufrir.” (El sufrimiento para cada quien es algo distinto. Para algunos es el sufrimiento del ego, para otros del cuerpo, etc)  -¿Qué queremos encontrar los humanos?, “El gran secreto de quién sabe qué ni para qué.” Pero eso sí... ¡Que garantice la exclusividad! Todos los humanos, así sea en lo más mínimo que realicemos, buscamos la "exclusividad" (esto que hago YO, como lo hago YO, como lo logré YO, etc)”  -¿Qué pasa con los proselitismos espirituales?, “Todos los humanos queremos ser los salvadores de... ¿QUE?” Debería ser siempre: -¡De nosotros mismos! La VIDA está compuesta de la MUERTE también. Somos muy limitados y es por eso que resulta fácil tentarnos con mesas de ofertas que sólo distraen. La mayoría de la gente no está dispuesta a mejorar su modo de pensar ni mucho menos su modo de actuar a consecuencia de los sentimientos que no han sido sanados.
El drama pone anclas en el fondo del mar de las posibilidades.
Entonces... Se puede comer pan o disfrutar de una comida pantagruélica que da igual.
Siempre nos sentiremos insatisfechos
Hasta que los seres no encontremos nuestra esencia,  siempre se esparcirá la lluvia en millares de gotas en tanto nosotros estaremos inmóviles viendo todo desde nuestra burbuja de ideas.
Con Amor,
Graciela Khristael
fuenteperfecta@gmail.com

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