No es útil ni sabio detenernos a pensar sólo porque alguien nos lo sugiera.
Es inútil (es decir: no presenta utilidad) forzar la mente en búsquedas que no estemos realizando.
Es apropiado (tomado para sí aunque no sea de su propiedad), seguir los cotidianos instintos, las inclinaciones habituales que solemos tener ante las decisiones que le competen a esta vida única y finita (al menos en lo que a la vida terrena concierne) que se encuentra nada más y nada menos que en nuestras manos.
Sin embargo, si en algún momento sentimos la profunda y sincera necesidad de elegir la reflexión es porque estamos ante la oportunidad de notar la diferencia entre los deseos del cuerpo y los anhelos del alma. Es entonces, sólo en ese instante, cuando tomamos consciencia de que la distracción se esfuma como pompas de jabón y aquello que nos conecta con lo mejor que tenemos, nos pertenece.
Con Amor,
Graciela Khristael. 22/06/2014
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