viernes, 18 de julio de 2014

Laberintos al azar.

En busca de nuestra estrella...

Cuando fuimos en busca del nuevo Paraíso no imaginamos que quizá nos volveríamos a encontrar en extraños vericuetos que el paisaje tenía guardado para nosotros.
Supusimos que la llama del Amor era sólo una metáfora y anduvimos errantes sintiendo ese calor inmenso por todas partes; persistente, abrazador gracias a sus extensas extremidades e impactante con su Luz que casi nos enceguecía por momentos.
Seguimos atentos a los pareceres y nos volvíamos a perder tan sólo en recuerdos pero sin arribar jamás a puerto seguro porque las orillas ya no estaban, sólo quedaban cimientos de antiguas realidades, flotando en un mar que nosotros mismos habíamos creado.
Quisimos tantas cosas que no nos dimos tiempo para comprender que eran demasiadas para un solo camino, hasta que delegamos la tarea de hacer realidad tantas quimeras a quienes aún no habían encontrado el propio sendero.
Y nos perdimos nuevamente.
Ni los aromas parecidos a los viejos perfumes, ni las hojas reverdecidas de plantas que parecían extinguidas, ni la voz de las aves ni cosa alguna del entorno podían acaso acercarnos al camino inicial porque todo estaba transformado… dentro de nosotros.
Y fuimos los perdidos otra vez.
¡Cuánto esfuerzo para retomar el rumbo, cuando ni siquiera un mapa obsoleto de navegantes que sólo existen en algunos libros, cuyas páginas se consumieron como polvo con el paso de las eras, pueden servir de orientación!
¿Será acaso el rumor de las estrellas quién nos sople al oído la pregunta perdida?
¿Quizá la piel de aquello que somos tendrá escrito el argumento de la coherencia?
Tal vez nos pasemos deambulando por emociones enraizadas en cada pensamiento sin saber que sólo repetimos frases que jamás tuvieron semillas en nuestras verdaderas intenciones.
Constantes temerosos, dilatados durmientes y tan intrépidos repetidores de errores, seguiremos buscando sin encontrar lo más preciado que teníamos  si acaso una mañana cualquiera de una tarde con tres soles a punto de anochecer viendo cinco lunas, no dejamos de andar completamente errantes por tantos laberintos al azar.
Con Amor,
Graciela Khristael     13/07/2014
fuenteperfecta@gmail.com



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