Hacer lo Correcto
Hace algunos años tomé contacto con una información que hacía referencia a una antigua técnica de reparación de conflictos y sanación de enfermedades, entre los integrantes de un pueblo originario de Hawai. La importancia y trascendencia de esta práctica radicaba (y hoy se ha rescatado como precepto y práctica) en la importancia de las relaciones entre los integrantes de aquellos pueblos a partir de la toma de consciencia y recuerdo permanente de que todo está vinculado entre sí y de que no existe acto o pensamiento alguno que no modifique, con su energía expansiva, a todo el entorno y aún más allá.
Una vez comprendida la responsabilidad que acarrea la propia conducta sobre los hechos presentes que ayer fueron el futuro así como mañana serán el pasado; se puede resumir en 4 frases simples el mecanismo de sanación que requiere de la honesta, profunda y sincera asimilación de sus contenidos y éstas son: Lo siento, Perdona, Gracias, Te Amo.
Luego, cuando recorro este mismo precepto en diferentes culturas, en diferentes modos de hacer del humano; me encuentro con que hay similitud en "Ama a tu prójimo como a ti mismo"; "No hagas a otro aquello que no te gustaría que hagan contigo"; incluso Jean Pierre Garnier en la ley del Desdoblamiento del Tiempo lo parafrasea diciendo "No pienses hacer al otro aquello que no te gustaría que el otro pensara en hacerte a ti"; por otra parte, la leyenda asiática del Hilo Rojo expresa que todo está conectado por un hilo invisible que se estira, dobla, acorta, enreda, pero jamás se corta (la energía fluye pero no termina); Bert Hellinger sostiene la misma conexión en la aplicación de su terapia y aún si vamos al microcosmos personal, no existe síntoma físico que no esté unido a un complejo entramado de causas y consecuencias cuyo origen está mucho más allá de varias generaciones que nos anteceden, como el Dr Samuel Hahnemann explicaba en su investigación acerca de la Homeopatía; del mismo modo Reiki provee de un símbolo que he aprendido antes de la Maestría (Hon-Sha_Ze-Sho-Nen) y que permite sanaciones sin importar tiempo o distancia; sin omitir -por último- los conceptos de Yo Soy Tu y Tu Eres Yo (In L'akesh).
Todo esto lleva a una coordenada de sentido común, conformada por varios ejes que le dan dinámica a todo: la Paz interna (la que sólo puede generar felicidad real), el discernimiento acerca de que Todo es Uno, la certeza de que la mente está al servicio de la Consciencia y la comprensión de las experiencias de los otros como propias.
Somos extraños...
Somos una paradoja constante, pensando una cosa, diciendo otra y actuando como desconocidos de la mente que dicta constantemente las memorias repetidas de los mismos mecanismos que nos han conducido una y otra vez al fracaso como humanidad, pero seguimos allí tan atentos a esos susurros.
Cuando un empleo no nos conviene renunciamos; cuando un matrimonio no funciona renunciamos; cuando un proyecto deja de interesarnos renunciamos; entonces cabe preguntarse por qué no renunciamos a seguir siendo duales sincerando de una vez por todas que sufrimos por las mismas enfermedades de hace miles y miles de años: envidia, ira, odio, ambición, traición y miedo. No basta con un ejercicio irrelevante y pasajero de arrepentimiento provisorio. Es necesario elegir a cada instante (único e irrepetible) ser feliz y eso incluye la felicidad de cada centímetro que pisemos o habitemos en la Tierra.
Con Amor,
Graciela Khristael
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