miércoles, 25 de marzo de 2015

Atrévete.

Momento de Despertar
 Mensaje del Día:
                      Atreverse

Soñar es un evento que puede realizarse con los ojos cerrados, durante un proceso en el que la mente tiene otras tareas; pero también con los ojos abiertos cuando la imaginación (acto de crear imágenes) se mezcla con los estados conscientes y ciertos espacios temporales de observación atenta.
Soñar incluye la Poesía, el Canto, la Pintura y todo el Arte en cualquiera de sus prolíficas emanaciones de creatividad oriundas de un mismo lugar: el Ser. Luego, y sin ánimo de introducirme en ese tema, podríamos convenir que a su vez el Ser tiene otra proveniencia común a todos y que –aunque con diferentes demostraciones- puede exponer claramente su carácter de humano revistiendo una energía.
A mis 9 años soñé ser escritora y lo supe cuando alguien de mi familia me obsequió una agenda perpetua de un año que ya había pasado, nueva, sin uso alguno; para que pudiese jugar con ella. De tapas duras, revestidas en una tela de color morado, recuerdo haberla abierto casi por la mitad luego de introducir allí mi cara para intentar absorber todo el aroma del papel. Mis memorias dijeron: -¡Sí!, algún día tu libro estará en alguna biblioteca.
Por entonces no sabía que todos ya hemos hecho todo y que sólo debemos comprender el sentido de la Vida.
Otro de mis sueños infantiles era ser una maestra de escuela y de alguna manera también está cumplido en la labor privada de toda una vida y en el avanzado intento de un profesorado de Historia.
Pero allí no quedaba la imaginación de esta soñadora, que sentía especial atracción por los frasquitos de laboratorio, los tubos de ensayo, el microscopio y todo cuanto suele inspirar a una investigadora. Con el tiempo, la Homeopatía, las Flores de Bach y los Gemoterápicos me dieron grandes oportunidades para satisfacer aquellos deseos de la niña inquieta que siempre he sido, que se aunaron a la vocación más profunda que subyace a todos mis sueños y que no es otra que comunicar.
Convertida en Periodista en mi juventud hice mi primer diario estudiantil a los 12 con la asistencia de las maestras de la escuela. No he realizado otra cosa en mi vida que investigar, aprender, decodificar, dar enfoques pedagógicos a lo encontrado y comunicarlo. En forma de talleres, de cursos, de libros, de charlas; en programas de radio, en publicaciones en la red y sigo mi camino intentando aprender, recordar, escuchar cada vez más atentamente la voz de mi Alma pero sobre todo: procurando la más absoluta comprensión acerca de quién soy a sabiendas de que existe una perfecta Verdad –dinámica e inconmensurable- que por razones diversas se ha distorsionado.
Desde hace algunos años, algunos descubrimientos alcanzados de manera sencilla me permitieron corroborar que todas las respuestas están a nuestro alcance y que llegan a nosotros en cuanto ponemos en marcha la pregunta. He ido corroborando teorías que al principio sólo eran esbozos de ideas, a través de la tarea que algunos profesionales en diferentes materias han fundamentado. Eso me ha ido dando confianza, porque –tal como lo expreso en cuanto publico- no estamos acostumbrados a reconocer que nuestros talentos son aquello con lo que vinimos para aprender, reparar y servir a los demás.
El cuento escrito en 1999 es prueba de ello, la técnica desarrollada con los Números, el enfoque del camino de la diosa energía a través de los chakras, la geometría como una melodía que no recuerdo pero que intenta surgir como memoria de equilibrio; el sentido del tiempo como un recorte de la realidad y todo cuanto vengo atesorando en aquella agenda perpetua de tapas color morado –hoy ya sólo imaginaria- que la niña que sigo siendo (y esta es real) se prometió completar.
Podría decir a modo metafórico, que si un monje hubiese venido a corroborar mi camino portando aquella agenda y un vajra (que resonó en mí cinco años antes de iniciarme en Reiki), habría dicho: -¡Esta es la niña!
Y aquí me detengo porque esta es la parte más importante de esta nota de hoy:
-¡Traslada la frase a tu vida ya mismo! ¡Haz el intento! (-¡Esta es la niña!; -¡Este es el niño!)
Deseo que recorras tu vida en este instante. Que verifiques tu niño o tu niña.
Somos iguales.
Unos hacemos unas cosas y otros las que les parecen bien, las que resuenan con sus mentes, con sus corazones, con sus lecciones por aprender.
Para llegar a ser lo que sientes que debes ser sólo hay que hacerlo.
No se trata de dar placer a otros sino conformidad, felicidad a uno mismo con un único propósito: servir de uno u otro modo a los demás.
Para ello hay que decirse: -¡Atrévete! ¡Levántate y anda! ¡No esperes aprobación!
Deja que te insulten, señalen o aparten por ser tú.
Sigue siendo Tú.
Es muy sencillo imitar, reproducir, blasfemar, criticar y juzgar. Es simple porque no requiere de esfuerzos, ni de aptitudes creativas ni de talento alguno. Entonces ¿Por qué te preocuparías por ello? Si tú has encendido tu Luz, úsala para iluminar; si te has despertado de un largo sueño, practica como despertador; se te has vuelto uno con el recuerdo de ti mismo, ayuda a recordar a otros; si estás en el camino de aprender valiéndote de tu honestidad y basando tu trabajo en el amoroso respeto por la diversidad que nos abarca: -¡Vamos en el mismo sentido!
Acostumbrados casi todos en estos tiempos a vivir emocionalmente a un ritmo que no da tregua a la reflexión, quedamos tantas veces atrapados en las expediciones sin sentido que realizan las palabras; unas veces agraviando, la mayoría destruyendo y por lo general excusando la falta de paz interior.
Por eso, desde este sencillo lugar que es el centro de mi Ser, comunico mi deseo puro, franco e ilimitado, de que todos podamos transbordar de vehículo (y aquí cada quién le pone lo que le place: mental, físico, energético, psicológico y más aún) sintiendo que hemos sabido usar nuestro traje humano para el fin que se espera sea utilizado: la plenitud en el Amor.
Al igual que ustedes, porque estamos andando por los mismos caminos; recibo críticas, descalificaciones, improperios y juicios a mi trabajo personal, más no dejo de insistir en que el secreto de la realización consciente radica en mirar dentro de nosotros para saber exactamente qué parte de la Paz no hemos alcanzado y para eso, sólo: -¡Atrévete a ser Tú!


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