Momento de despertar...La otra parte de mi.
Cuando un niño se siente celoso por un hermanito pequeño que ha nacido, suele manifestar su descontento intentando llamar la atención de sus padres y aún de sus pares, de algún modo.
Pero ese mismo niño, al ir descubriendo muchas experiencias que le irán causando un aparente desplazamiento del interés de los otros; continuará utilizando métodos llamativos para expresar su pesar.
Y ese niño irá creciendo en edad, en conocimientos, en pruebas para sus emociones tanto como en cantidad de datos archivados en su mente hasta que -poco a poco- irá viviendo sin darse cuenta, en un constante deseo de ser reconocido y trabajará arduamente desde el inicio del día en la pretensión constante de ratificar que existe. Para tal propósito, estará en acción permanente en su labor cotidiana (pudiendo ser ésta remunerada o no) sin descartar cualquier otro modo de alcanzar un escenario de vida; incluso a través de una enfermedad haciendo el reclamo directo como continuo por una atención que no percibe; tal vez en el dolor de la escasez; en las quejas dogmáticas -en resumen- al fin y al cabo de tantos modos posibles.
Cada uno de nosotros es el adulto de ese niño insatisfecho, porque aún en la apariencia de que todo está bien sabemos que algo nos inquieta cada día, con muchos nombres así como de variadas maneras; sencillamente porque el niño sigue dormido en alguna parte que solemos confundir con el domicilio de la mente, los recuerdos, el pasado y los traumas sin superar.
Lo más probable es que en algún momento pongamos pausa a esa carrera emocional que impulsa cada día a nuestro ser hacia adelante, como si desde la espalda alguien nos empujara hacia eso que está allí al frente... ¡Nada!
Al detener por un momento el movimiento que inquieta sin vestigios de celebración, sino -por el contrario- de insidiosa ansiedad; todo se torna sereno en nosotros: la respiración, la hora del reloj, los temas a tratar en este día, las deudas de cualquier naturaleza, los sueños, las expectativas y el compromiso de seguir corriendo como juguete a cuerda.
Entonces podemos comprobar que el intento de llamar la atenciòn es hacia uno mismo, porque nuestra parte inocente, eso que somos en esencia, aquéllo que ha nacido para reparar anticipadamente el dolor del niño-adulto sigue estando despierto e intentando que este adulto en proceso de maduración que lo contiene repare en su existencia al fin.
Con Amor,
Graciela Khristael
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Muy pronto... Otro e-book de regalo. Entre el Despertar, la Consciencia, el Tiempo, el Buen Vivir y el Amor en Servicio.
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