Momento de Despertar:
Engañarse a sí mismo.
Engañarse a sí mismo.
En tanto habitamos en la periferia de nuestro ser seguimos considerando importante el halago al ego y cuanto eso incluye (fama, prosperidad y diversos artilugios que tiene la mente para convencer).
Cuando al menos por una vez podemos observarnos como el producto de nuestros propios pensamientos, logramos establecer un vínculo sincero y honesto con el centro mismo de lo que somos y entendemos qué buscamos y para qué.
Sólo de tal modo estamos en condiciones de continuar la tarea de recordar que somos una consciencia haciendo diferentes experiencias y no sólo esas acciones limitadas y condicionadas a la falsa apariencia de ser exterior. (El cuerpo, el traje, el vehículo o como cada quién considere llamarlo).
Nada hay para atesorar si eso suma a nuestra deuda álmica; reminiscencia latente según Platón; ya que por el contrario el saldo positivo de las acciones egoicas (incluso tantas veces mal intencionadas) sólo sirven para paliar por efímeros instantes la dolorosa travesía que como humanos vamos realizando por no despertar a la realidad de esa Luz que sólo proyecta las sombras en una pared.
Lo que está bien hecho se siente plácidamente en el cuerpo después de hablar o actuar como una sensación de paz general que se traduce en la propia respiración.
La energía del Universo atraviesa todas las cosas y en realidad las conforma acompasadas por el sonido perfecto sin que pueda existir un sólo humano que se atribuya la totalidad de la misma, excepto que al fin se haya encontrado a sí mismo en la totalidad de la consciencia Única.
Entre tanto sigamos, según creo, por el camino de la comprensión de que cuanto más nos separemos o diferenciemos, más lejos estaremos de encontrarnos alguna vez porque -mal que le pese a nuestros egos- somos apenas las partes de un Todo.
Con Amor,
Graciela González Oasis del Alma. Khristael
24/5/2015
Cuando al menos por una vez podemos observarnos como el producto de nuestros propios pensamientos, logramos establecer un vínculo sincero y honesto con el centro mismo de lo que somos y entendemos qué buscamos y para qué.
Sólo de tal modo estamos en condiciones de continuar la tarea de recordar que somos una consciencia haciendo diferentes experiencias y no sólo esas acciones limitadas y condicionadas a la falsa apariencia de ser exterior. (El cuerpo, el traje, el vehículo o como cada quién considere llamarlo).
Nada hay para atesorar si eso suma a nuestra deuda álmica; reminiscencia latente según Platón; ya que por el contrario el saldo positivo de las acciones egoicas (incluso tantas veces mal intencionadas) sólo sirven para paliar por efímeros instantes la dolorosa travesía que como humanos vamos realizando por no despertar a la realidad de esa Luz que sólo proyecta las sombras en una pared.
Lo que está bien hecho se siente plácidamente en el cuerpo después de hablar o actuar como una sensación de paz general que se traduce en la propia respiración.
La energía del Universo atraviesa todas las cosas y en realidad las conforma acompasadas por el sonido perfecto sin que pueda existir un sólo humano que se atribuya la totalidad de la misma, excepto que al fin se haya encontrado a sí mismo en la totalidad de la consciencia Única.
Entre tanto sigamos, según creo, por el camino de la comprensión de que cuanto más nos separemos o diferenciemos, más lejos estaremos de encontrarnos alguna vez porque -mal que le pese a nuestros egos- somos apenas las partes de un Todo.
Con Amor,
Graciela González Oasis del Alma. Khristael
24/5/2015
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