FABULAS
SOBRE MI
Al
fin conocerían aquel paisaje.
Después
de muchos años de viajar por el mundo, estarían en contacto con el misterioso “Juan
de la Montaña”; un anciano famoso por las fábulas que se contaban de él.
Al
llegar se alojaron en una pequeña cabaña al pie del lugar y aprovecharon la
noche para conversar sobre el nuevo proyecto de su empresa. Llevaban muchos
intentos en su haber, tantos que pensaron que esta vez resultaría.
Cuando
el amanecer solicitó que abriesen las ventanas del cuarto, supieron que era
tiempo de ascender. Un sol muy presente guiaba sin sombras el sendero por donde
subir.
Allí
estaba el anciano. Sentado sobre una roca, sonriéndoles al ver su presencia.
La
pareja decidió ubicarse frente a él directamente en el suelo.
El
diálogo comenzó directo y simple
-Nos
contaron muchas historias sobre usted. Dijo el esposo de Ana.
-Pensamos
que quizá nos pueda ayudar en nuestra decisión. Agregó ella, a lo dicho por su
esposo Miguel.
-Es
probable. Tengo experiencia en ello. Concluyó Juan.
-¿Por
qué vive en este sitio?- Siguió Ana.
Juan
fue muy conciso:
-Porque
perdí el primero.
Notando
Juan la cara de asombro de aquellos dos, les explicó:
-Siempre
quise artista, sabía cantar ¡Y muy bien! Me conoció un actor de aquellos
tiempos de mi juventud y me contrató para su espectáculo. De pronto sin
imaginarlo estaba en el camino deseado. Luego pensé que debía ganar un dinero
extra para comprar un buen vestuario y comencé con un empleo en una agencia de
viajes. A los pocos meses me trasladaron de ciudad y tuve que dejar el show. Ya
en la nueva ciudad intenté otra ocupación por más dinero y fui mesero. El dueño
del lugar abrió una sucursal y me llevaron allí. Conocí a mi esposa, tuvimos
tres hijos y me convertí en operario de una fábrica para sostener a la familia.
Enviudé, mis hijos crecieron y volví a mi ciudad natal. De lo conocido no
quedaba nada, ni siquiera mis antiguos vecinos. Allí no conseguí trabajo y
estuve mucho tiempo sobreviviendo. Por fin, por causas del destino… ¡Creo yo!, encontré
un aviso explicando que en este valle se necesitaba un cuidador para las
cabañas. Vine, me instalé, pasaron los años y aquí estoy: anciano, solo,
visitado siempre por personas inseguras y dejando un testimonio a cambio de
unas monedas, de que en la vida la mejor socia para alcanzar esos sueños que
nos pertenecen por derecho de elección, es la perseverancia. El resto, son sólo
fábulas que se cuentan sobre mí.
Escrito
por Graciela Khristael oasisdelalmakhristael@gmail.com 14-15 de marzo de 2013.
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