jueves, 14 de marzo de 2013


FABULAS SOBRE MI

Al fin conocerían aquel paisaje.
Después de muchos años de viajar por el mundo, estarían en contacto con el misterioso “Juan de la Montaña”; un anciano famoso por las fábulas que se contaban de él.
Al llegar se alojaron en una pequeña cabaña al pie del lugar y aprovecharon la noche para conversar sobre el nuevo proyecto de su empresa. Llevaban muchos intentos en su haber, tantos que pensaron que esta vez resultaría.   
Cuando el amanecer solicitó que abriesen las ventanas del cuarto, supieron que era tiempo de ascender. Un sol muy presente guiaba sin sombras el sendero por donde subir.
Allí estaba el anciano. Sentado sobre una roca, sonriéndoles al ver su presencia.
La pareja decidió ubicarse frente a él directamente en el suelo.
El diálogo comenzó directo y simple
-Nos contaron muchas historias sobre usted. Dijo el esposo de Ana.
-Pensamos que quizá nos pueda ayudar en nuestra decisión. Agregó ella, a lo dicho por su esposo Miguel.
-Es probable. Tengo experiencia en ello. Concluyó Juan.
-¿Por qué vive en este sitio?- Siguió Ana.
Juan fue muy conciso:
-Porque perdí el primero.
Notando Juan la cara de asombro de aquellos dos, les explicó:
-Siempre quise artista, sabía cantar ¡Y muy bien! Me conoció un actor de aquellos tiempos de mi juventud y me contrató para su espectáculo. De pronto sin imaginarlo estaba en el camino deseado. Luego pensé que debía ganar un dinero extra para comprar un buen vestuario y comencé con un empleo en una agencia de viajes. A los pocos meses me trasladaron de ciudad y tuve que dejar el show. Ya en la nueva ciudad intenté otra ocupación por más dinero y fui mesero. El dueño del lugar abrió una sucursal y me llevaron allí. Conocí a mi esposa, tuvimos tres hijos y me convertí en operario de una fábrica para sostener a la familia. Enviudé, mis hijos crecieron y volví a mi ciudad natal. De lo conocido no quedaba nada, ni siquiera mis antiguos vecinos. Allí no conseguí trabajo y estuve mucho tiempo sobreviviendo. Por fin, por causas del destino… ¡Creo yo!, encontré un aviso explicando que en este valle se necesitaba un cuidador para las cabañas. Vine, me instalé, pasaron los años y aquí estoy: anciano, solo, visitado siempre por personas inseguras y dejando un testimonio a cambio de unas monedas, de que en la vida la mejor socia para alcanzar esos sueños que nos pertenecen por derecho de elección, es la perseverancia. El resto, son sólo fábulas que se cuentan sobre mí.
Escrito por Graciela Khristael   oasisdelalmakhristael@gmail.com  14-15 de marzo de 2013.



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