martes, 5 de noviembre de 2013

Lazos Mágicos.

¡Amores!
Esta era resulta tan difícil de definir en pocas palabras sencillamente porque si hay algo que sobran son -precisamente- palabras. El estado de hiper-información constante, nos sitúa tantas veces en un paradigma absurdo como es el de saber de todo y la vez -al mejor estilo socrático- nada saber.
Las disputas por un escenario protagónico nos confunde al punto de no llegar a distinguir la diferencia entre nosotros y los otros en cuanto al respeto por el camino individual. Las supuestas verdades pregonan sus hallazgos de máxima pureza de tal modo que aturden con sus ruidos, desvían con sus propias dudas y confunden aún al más intelectual.
Sucede, sencillamente, porque el vehículo que puede llevar por la ruta correcta a cada quién está en cada uno de nosotros. Poseemos nuestra alfombra mágica, cual mandala viviente y se activa con una conciencia pura, con pensamientos sanos, con el desapego de las memorias dolorosas que nos atan a pasados de frustración, perdida y fracaso. Tenemos nuestra antena interior que sabe inteligentemente hallar la mejor frecuencia para nuestra vida y solemos forzar el dial para sintonizar los peores sonidos.
Tenemos la capacidad de amar y crear fractalmente un universo de Amor, resultando que en su lugar seguimos fabricando dificultades para la posteridad; haciendo caso omiso al hecho que que cuando llegue la muerte física a nuestras vidas será de esperar que no nos encuentre con un catálogo de productos para comprar en la mano, sino con la energía de nuestro otro Yo, viniéndonos a buscar.
Ninguna situación puesta en extremos de análisis conduce a un evento placentero, resultando de este modo que la vida que cada quien lleva debe ser anclada en la convicción de que le resulta feliz; porque en el libre albedrío cada uno de nosotros realiza una experiencia distinta. Lo maravilloso sería preguntarnos de vez en vez si hacemos felices a otras personas.
Este es el tiempo de los Lazos Mágicos, tal y como si todos fuésemos niños a la vez porque de eso se trata la inocencia: de un estado y no de una edad biológica; como en los juegos de la infancia que recrean la comunión de lazos en alegres rondas que giran y hacen girar a la vez todos los sueños.
Que este encuentro de hoy nos conduzca a un sueño reparador, a un intento renovado por soltar de nuestro equipaje las envidias, los malos deseos, los enojos y los dolores físicos como consecuencia de pensamientos destructivos que hemos almacenado durante años.
Que el ser ingenuo que nos conforma, revestido de este traje que ha permitido a tantas malas intenciones parasitarlo, logre la supremacía en esta noche y nos sane y nos devuelva la confianza perdida en quien nos puede salvar de tanta insensatez: nosotros mismos y nuestra conexión con la sacralidad según cada quien la considere.
Con Amor,
Graciela Khristael. www.google.com/+gracielagonzalezkhristael 5/11/2013





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