¡Amores!
Acaso uno de los procesos más traumático, a la vez
que olvidado a lo largo de la vida; es el momento del nacimiento. De un estado
acuático de vida con un modo de respirar distinto; sin reclamos por el
alimento, vacíos de preocupaciones por la higiene, sin tironeo afectivo,
carentes de stress por el horario de descanso; de pronto… ¡A la vida!
Pero aquello también era vivir y sin embargo, la
transformación estaba a las puertas de una encrucijada de horarios combinados
con particulares coordenadas geográficas, porque una gran alquimia estaba por
acontecer. Muertos a la vez que renacidos en la nueva experiencia a punto de suceder;
una fecha registra el evento dejando constancia de que al fin una preciosa así
como eterna energía, dará comienzo a su andar en la Tierra; provista de un
cuerpo con memorias de sus ancestros al tiempo que dispuesta a transitar sus
propios aprendizajes.
Cada existencia tiene su propia historia, su
propósito y su música. Vivir en armonía es –en consecuencia- estar en sintonía
con la propia frecuencia vibratoria, por lo que llegarla a comprender facilita
el camino a seguir.
Tu fecha de nacimiento es parte de la clave en ti,
permitiéndote –una vez comprendida como tal- analizar los diferentes procesos
que van aconteciendo en tu vida.
Cualquiera sea el calendario que utilices, el
idioma que practiques o el modo de registrar las fechas, en definitiva, son
números que representan un acontecimiento.
Así como existen arquetipos de la personalidad
expresados a través de imágenes, los números constituyen representaciones
simbólicas de idéntica profundidad, sin olvidar que el número es anterior a la
imagen.
Graciela G. Khristael 9/7/2013 re-editado 14/6/2014
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