Entre la variedad de miedos que transitamos, el temor al cambio ejerce una gran influencia sobre la vida cotidiana porque puede que parezca que las tablas del escenario que pisamos han de arrojarnos fuera de la escena misma.
Pero es que sólo recibiendo cada evento como una oportunidad de aprendizaje, es como sabremos que continuamos en pleno viaje hacia nosotros mismos. A veces es cuestión de armar una maleta en nuestra mente, intentando colocar dentro (sin que el tamaño sea un obstáculo, porque es pura imaginación sin límites), aquellas cosas que nos parecen que deberían continuar con nosotros y luego aceptar íntimamente el desapego de todo lo demás. Así puede comenzarse con el primer paso hacia la modificación de una historia, una conducta, un modo de vivir, una escasez, un sentimiento orientado a la frustración o el fracaso -entre muchas otras sensaciones- que ya no contribuyen al hallazgo del propósito de nuestras vidas aquí.
Quien debería ser arrojado fuera del escenario es sin duda el miedo a realizar el primer intento de modificar aquello que nos mantiene atados a una coordenada que no nos deja abrir las alas para ir más allá del horizonte que nos parece que termina a cincuenta centímetros de nuestros ojos.
Con Amor,
Graciela Khristael. 3/7/2014
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