A veces te escucho...
En un encuentro, como de costumbre, ella
intenta el inicio de un diálogo:
-Somos una pareja insólita.
-¿Lo crees?, ¡A mí no me lo parece!
-Porque siempre estás distraído, mirando
el reloj, revisando tu agenda, calculando fechas y pagos; dedicando muy poca
atención a cuanto te digo.
-¡Eso no es cierto! Que estoy muy
ocupado es innegable, pero de allí a tildarnos de “insólitos”… Creo que no
alcanzo a comprenderte.
Ella sostenía su cara sobre su mano
izquierda, flexionada sobre el antebrazo cuyo codo casi se introducía en la
mesa del bar a consecuencia del tiempo que llevaba en la misma posición. El
tomaba sorbos de café con su mano derecha, cuando cambiaba de mano -por unos
segundos- el bolígrafo que usaba para seguir anotando cosas en su libreta. Ella
miraba a través del ventanal escribiendo metáforas con su mente, acerca de las
historias que imaginaba de los caminantes allí afuera. El anotaba posibles
clientes, teléfonos para hacer llamados, bebía un poco más de café sin levantar
la mirada. Ella había dejado su tarea en el hospital hacía una hora y él
llevaba mucho tiempo sin dejar de hacer aquello.
A un año de conocerse, desde que un
amigo en su post-operatorio los presentó (cuando él fue a visitarlo en tanto
ella le hacía los estudios de rutina), la relación entre ellos tenía pocos
momentos de intereses compartidos.
-¿Por qué quieres dedicarle tantas horas
a tu trabajo?
Por un momento él la miró desconcertado,
dejó lo que estaba haciendo apoyando una mano sobre otra encima de la agenda al
tiempo de responder:
-Cuanto más dinero produzca, más pronto
alcanzaré el bienestar que espero para los dos.
Con ternura, ella lo miró a los ojos,
depositó sus propias manos sobre las de él palmeándolas suavemente. Luego
recogió sus propias cosas, colgó su bolso sobre el hombro, apenas rozó los
labios de él diciéndole:
-Cuando aquéllo en que nos convertimos
nos convence de que eso somos y nos aleja de las personas que amamos,
deberíamos volvernos a mirar. Quizá nos parezca estar pensando en el otro,
cuando en el fondo todo lo estamos haciendo siempre por nosotros. Te dejo con
tus números; me voy con mis metáforas y creo que ambos aprendimos mucho en este
día, con una reflexión de apenas cinco minutos.
Graciela González
De “Todo el año contigo”
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